Este 1 de
mayo del 2020, más allá del recuerdo histórico de los eventos
genocidas contra la clase trabajadora (Martires de Chicago 1886,
EEUU), nos llama a una severa y urgente autocrítica, apuntada
directamente al pecho de las organizaciones políticas, sindicales y
sociales institucionalizadas.
Originalmente
surgidas
de la clase trabajadora, hoy han perdido el rumbo, doblegadas como
que en señal de reverencia al capitalismo.
El momento
actual Covid-19 es el testimonio más concreto de esta realidad
crítica, en la que observamos las prácticas de tratar con los
poderes dominantes visibles, y sus consecuencias en una sociedad
oprimida.
Sin
embargo, la ausencia de respuestas de tales organizaciones, que
deberian estar cumpliendo el papel para el cual fueron creadas,
favorece aún más el tránsito de intenciones y planes fascistas
para el futuro de la región.
Pero esto
no es nada nuevo, si nos referimos a la historia de las últimas
décadas despues del período de las dictaduras.
El paso del
progresismo
por los gobiernos de América Latina, dejó, en estas más de dos
décadas, una
estructura política, social y sindical de carácter conciliador y
reformista, hoy preservada estratégicamente con la esperanza de
representar, en un futuro próximo, una opción de disputa electoral.
Esto nos lleva a creer que la clase obrera seguirá enfrentando las crisis del capitalismo dejadas a su suerte, como si todos los horrores vividos no fueran suficientes.
La Covid-19
es una catástrofe global cuyas causas son sistémicas, lo que es
plenamente visible en la forma como los estados lo manejan locamente,
basicamente en beneficio de la economía capitalista.
Y es
entonces cuando las
estacas de quebracho
aparecen en nuestros recuerdos, y entre ellas, las plantadas en el
corazón de los latifundios por Raúl Sendic y los "Peludos de
Artigas", que supieron llevarlas por los
caminos de la Pátria Grande.
Compañero, te recordamos a
los 31 años de tu partida.
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